
Fecode y las Sombras de Representación
El 72% de docentes son del 1278, pero ninguno negocia el pliego
Con una masiva jornada de movilización y el respaldo de más de trescientos mil educadores, la Federación Colombiana de Educadores (Fecode) radicó su Pliego de Peticiones 2025 ante el Ministerio de Educación Nacional. El documento, que recoge cinco ejes estratégicos, traza una hoja de ruta ambiciosa para la transformación estructural de la educación pública y la dignificación del ejercicio docente. Sin embargo, detrás de este planteamiento integral se oculta una tensión poco discutida pero cada vez más evidente: la representatividad real de sus líderes frente a la base del magisterio colombiano.
El pliego plantea demandas en materia de nivelación salarial, bonificaciones diferenciales, mejora del sistema de salud del magisterio, garantías sindicales, fortalecimiento de la educación rural y participación en la formulación de políticas públicas. También exige el cumplimiento de compromisos pasados, como la nivelación acordada desde 2019 y la plena implementación del nuevo modelo de salud Fomag. Hasta ahí, el documento parece representar de forma robusta las necesidades históricas del gremio docente.
Pero un análisis estructural del equipo negociador que Fecode designó para representar al magisterio ante el Gobierno revela un desbalance llamativo. De los 15 integrantes del Comité Ejecutivo Nacional de Fecode, 13 pertenecen al régimen del Decreto 2277 de 1979, es decir, al antiguo estatuto docente, y sólo 2 han sido vinculados bajo el Decreto 1278 de 2002, que regula a los docentes nombrados mediante concurso de méritos desde hace ya más de dos décadas. ¿El dato que agrava el panorama? De los 10 voceros que hoy negocian el pliego ante el Gobierno, ninguno pertenece al Decreto 1278.
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Una mayoría sin voz
La situación sería un detalle menor si no fuera por el hecho de que el 72% del magisterio colombiano pertenece actualmente al régimen del Decreto 1278, es decir, aproximadamente 230.000 docentes. En comparación, los educadores del Decreto 2277, si bien tienen un legado sindical significativo, apenas alcanzan los 90.000.
La contradicción es evidente: una minoría normativa y demográfica lidera, define y negocia los intereses de una mayoría que no está representada en la mesa de diálogo. Si bien los derechos laborales deben defenderse en conjunto y sin fracturas internas, el desequilibrio de origen genera preguntas incómodas. ¿Por qué los dos docentes del 1278 que integran el Comité Ejecutivo Nacional no fueron incluidos en la comisión negociadora? ¿Qué garantía hay de que los temas prioritarios para los nuevos docentes —como la regularidad en los concursos de ascenso, la evaluación de desempeño o el reconocimiento por formación académica— serán realmente defendidos?
El silencio oficial de Fecode sobre esta brecha interna aumenta la sospecha de que persiste una estructura sindical anclada en lógicas del pasado, con poca apertura a los nuevos liderazgos. Mientras tanto, los docentes del 1278, quienes han ingresado al sistema educativo bajo criterios de mérito y evaluación continua, se preguntan hasta cuándo sus voces seguirán siendo postergadas.
Una negociación con deuda histórica
El pliego de 2025 es, sin duda, el más ambicioso de los últimos años. Busca nivelaciones salariales hasta 2028, la universalización del Plan de Alimentación Escolar, reconocimiento de bonificaciones para zonas de riesgo, acceso real a la vivienda, dignificación de la labor pedagógica en territorios rurales y participación en la reglamentación de la reforma al Sistema General de Participaciones. Es un pliego que piensa en el futuro del magisterio, pero cuya negociación está siendo liderada por un pasado que se niega a ceder espacios.
La pregunta que hoy ronda entre muchos jóvenes educadores del país es clara: ¿Puede Fecode seguir representando a todo el magisterio si ignora estructuralmente a su mayoría? Y si bien la lucha sindical no puede reducirse a proporciones matemáticas, también es cierto que la legitimidad se construye con pluralismo, renovación y escucha.
Mientras avanza la negociación en medio de un escenario político favorable, el magisterio estará no solo vigilando el cumplimiento de sus derechos, sino también la coherencia de quienes hablan en su nombre. Porque la educación se defiende con pasión, pero también con transparencia y representación justa.